Mi plan consistía en pedalear
diariamente todo lo que pueda, tratando de llegar al siguiente poblado para
intentar alojar en cabaña, hotel o lo que sea que tenga una cama, conseguir una
ducha y un plato de comida. Si no alcanzaba a llegar a un poblado, entonces la
opción era acampar donde sea y utilizar mis propios abastecimientos de comida y
agua.
Sobre el clima: en general el
clima en la Carretera Austral es extremadamente lluvioso. Llueve todo el año,
pero los meses de enero y febrero son los que registran las menores
precipitaciones. El frío es un factor a considerar, en los meses de verano no
debiera haber nieve, aunque un amigo me contó que en la cima de la cuesta
Queulat estaba nevando cuando el cruzó en bicicleta. Hay que llevar abrigo, las
noches son heladas, pero lo más importante es llevar ropa adecuada para
pedalear con lluvia. No se puede esperar a que la lluvia pase, pues podrían
pasar días o semanas hasta que ello ocurra. Ahora bien, yo fui extremadamente
preparado para la lluvia, y excepcionalmente (que quede claro
“excepcionalmente”) no llovió un solo día mientras estuve allá. Eso nunca
ocurre, así es que no hay que equivocarse, hay que ir preparado para mucha
lluvia.
Yo vivo en Santiago (región
Metropolitana, Chile), por lo que el primer paso era ver desde dónde partiría
mi viaje y acercarme a ese punto. El origen del pedaleo era Puerto Montt
(Región de Los lagos, Chile). La Carretera Austral (Ruta 7) tiene su kilómetro
cero allí. Para llegar a Puerto Montt se puede ir por tierra en un viaje en bus
de unas 12 horas, generalmente nocturnos, con un costo de sobreequipaje de unos
4.000 pesos chilenos por la bicicleta. La otra opción es viajar en avión en un
vuelo de una hora y media desde el Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez
(Santiago) hasta el aeropuerto El Tepual (a unos 20 km de Puerto Montt). Lo
malo de esta alternativa es el riesgo de maltrato al equipaje (la bici) que en
muchos casos es fatal.
Una vez en Puerto Montt, muchos
ciclistas se embarcan y navegan hasta Chaitén, iniciando el pedaleo desde allí.
Esta idea sonaba fuerte en mi cabeza pero finalmente la descarté. Son más de
200 kms de la Carretera Austral que no me quería perder navegando, además, si
lo que se quiere es navegar, en el primer tramo de la carretera hay varias
partes en que la ruta está interrumpida y se debe cruzar en transbordador.
Teniendo de origen del pedaleo la
ciudad de Puerto Montt, como destino tenía dos opciones: una era llegar a
Coihaique (Región de Aysén, Chile) donde unos familiares y regresar a Santiago
en avión (desde el aeropuerto de Balmaceda); la otra opción era cruzar a
Argentina por Futaleufú y pedalear hasta Bariloche (Provincia de Río Negro,
Argentina), donde tomaría un bus a Osorno y luego desde allí otro hasta
Santiago. Aun así, el viaje se iría puliendo día a día, en función de mi
desempeño, de si la bici y la carga aguantarían, los tiempos del viaje, etc.
Traté de pensar en todo y tener
todas las contingencias cubiertas. Para cada eventualidad tenía un plan que me
mantendría en ruta. La mayor parte del tiempo estaría solo y por ello debía
poder solucionar todo sin ayuda. Lo único importante era no abandonar, lo demás
era una aventura que se construiría día a día.
Para tranquilidad de mi familia,
dejé un mapa que había rayado con el día aproximado en que estaría en cada
pueblo. Cuando podía los llamaba por teléfono y les confirmaba donde estaba
para que lo ajustaran con el mapa que les dejé. En Argentina, por temas de
roaming y evitar llamar, me conectaba a internet por wifi en alguna estación de
servicio o restaurante y posteaba algo en facebook.
Para calcular mi avance me base
en mis entrenamientos, pero también comencé a salir unas semanas antes a dar
vueltas con las alforjas de la bicicleta cargadas de diarios para acostumbrarme
al peso y la maniobrabilidad de la bicicleta. En general en mi viaje,
considerando una carga de 30 kilos más el peso de la bicicleta, el ritmo
promedio era de 10 km por hora en ripio, lo cual se duplicaba en pavimento.
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