Lunes 14: Caleta Gonzalo – Chaitén (60 km)



A la mañana siguiente, me desperté cerca de la 6:45 hr, Jamie ya estaba en pie, preparando sus cosas. Desarmamos campamento y tomamos desayuno. La carpa estaba empapada, como si hubiese llovido, pero no había tiempo para secarla, el sol recién llegaría directo dentro de un par de horas. A las 9:30 estábamos en la ruta. Serían 57 km hasta Chaitén. Nos despedimos con Jamie, pues el tenía más peso y andaba más lento, así es que partí y comencé de a poco a ganarle distancia hasta que luego de un rato miré hacia atrás y no lo divisé más.

Hacía frío, pues aun no llegaba el sol directo, pero los tábanos ya estaban molestando por montones. El lugar era espectacular y paraba a cada rato a tomar fotos, a veces mientras tomaba fotografías, Jamie aparecía pedaleando, luego yo partía y lo pasaba y lo perdía, al rato detenido, él me alcanzaba nuevamente.

Luego de un par de horas lo perdí definitivamente. Me detuve en un mirador frente al lago Blanco. Allí había sombra y una mesa, con un río cerca, perfecto para almorzar y recargar agua. Comí disfrutando del paisaje y espantando tábanos todo el rato, luego recargué agua y estaba listo para partir cuando nuevamente aparece Jamie, así es que lo acompañé mientras él almorzaba. Luego continuamos juntos, pero al llegar a la entrada del camping que está a orillas del lago, nos despedimos definitivamente, pues él se quedaría a acampar allí. Había cumplido su distancia de avance diario, y quería nadar en el lago y lavar su ropa (Thanks my friend, it was a pleasure to share the route with you!).

Aún quedaba medio día de luz, así es que continué hacia Chaitén. Un par de kilómetros más adelante, me encontré con un grupo de mochileros que se refugiaban del sol en una parada de bus. Entre ellos estaba un ciclista llamado Joaquín. El venía de Ovalle, y al igual que yo, había iniciado su pedaleo en Puerto Montt. Llevaba casi una semana recorriendo, se quedaba un par de días en cada lugar, y como había conocido a unos mochileros hace días, pasaba también el tiempo con ellos.

Joaquín se sumó a mi camino para no pedalear solo, y juntos completamos los casi 25 km faltantes para llegar a Chaitén. Llegamos a las 18:15 hr. Y aún quedaba un buen rato de sol. Desde Chaitén comienza un buen tramo de la ruta pavimentado, podría haber continuado, pero decidí quedarme pues me había comenzado a doler un poco la rodilla nuevamente, por lo que lo mejor era descansar. Joaquín se reunió nuevamente con el grupo de mochileros y nos despedimos. Me fui a recorrer la ciudad y buscar alojamiento. Encontré un lugar perfecto. Luego de un buen baño, salí a un restaurante cercano a cenar.

Lo malo es que encontré todo cerrado, y llegué a un local que solo tenía para llevar, pero cuando comenté que yo no quería para llevar, me invitaron a pasar a la cocina de la propia casa. Yo estaba encantado, la cocina era una típica cocina sureña, esa que tiene una cocina a leña y asientos alrededor y comedor al lado. Fue perfecto, muy hogareño. Conversamos mucho con el caballero que me atendió, el dueño de casa, quien me contó muchas cosas sobre el pueblo, y la erupción del volcán Chaitén que les tocó vivir tiempo atrás. Además, me contó que el tramo pavimentado era más largo de lo que yo pensaba: 48 km en lugar de 24, de modo que sería un poco más fácil avanzar. A volver a la residencial hacía mucho frío y comenzaba a anochecer. Era un buen mmento para preparar mis cosas y dormir. Lo que me tocaba mañana, serían 48 km de pavimento, bordear el lago Yelcho, cruzar la cuesta Moraga, y llegar a Villa Santa Lucía.

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