
Hacía frío, pues aun no llegaba el sol directo, pero los tábanos ya estaban molestando por montones. El lugar era espectacular y paraba a cada rato a tomar fotos, a veces mientras tomaba fotografías, Jamie aparecía pedaleando, luego yo partía y lo pasaba y lo perdía, al rato detenido, él me alcanzaba nuevamente.
Luego de un par de horas lo perdí definitivamente. Me detuve en un mirador frente al lago Blanco. Allí había sombra y una mesa, con un río cerca, perfecto para almorzar y recargar agua. Comí disfrutando del paisaje y espantando tábanos todo el rato, luego recargué agua y estaba listo para partir cuando nuevamente aparece Jamie, así es que lo acompañé mientras él almorzaba. Luego continuamos juntos, pero al llegar a la entrada del camping que está a orillas del lago, nos despedimos definitivamente, pues él se quedaría a acampar allí. Había cumplido su distancia de avance diario, y quería nadar en el lago y lavar su ropa (Thanks my friend, it was a pleasure to share the route with you!).

Joaquín se sumó a mi camino para no pedalear solo, y juntos completamos los casi 25 km faltantes para llegar a Chaitén. Llegamos a las 18:15 hr. Y aún quedaba un buen rato de sol. Desde Chaitén comienza un buen tramo de la ruta pavimentado, podría haber continuado, pero decidí quedarme pues me había comenzado a doler un poco la rodilla nuevamente, por lo que lo mejor era descansar. Joaquín se reunió nuevamente con el grupo de mochileros y nos despedimos. Me fui a recorrer la ciudad y buscar alojamiento. Encontré un lugar perfecto. Luego de un buen baño, salí a un restaurante cercano a cenar.
Lo malo es que encontré todo cerrado, y llegué a un local que solo tenía para llevar, pero cuando comenté que yo no quería para llevar, me invitaron a pasar a la cocina de la propia casa. Yo estaba encantado, la cocina era una típica cocina sureña, esa que tiene una cocina a leña y asientos alrededor y comedor al lado. Fue perfecto, muy hogareño. Conversamos mucho con el caballero que me atendió, el dueño de casa, quien me contó muchas cosas sobre el pueblo, y la erupción del volcán Chaitén que les tocó vivir tiempo atrás. Además, me contó que el tramo pavimentado era más largo de lo que yo pensaba: 48 km en lugar de 24, de modo que sería un poco más fácil avanzar. A volver a la residencial hacía mucho frío y comenzaba a anochecer. Era un buen mmento para preparar mis cosas y dormir. Lo que me tocaba mañana, serían 48 km de pavimento, bordear el lago Yelcho, cruzar la cuesta Moraga, y llegar a Villa Santa Lucía.
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