INDICE

NOTA: este blog está en construcción, pero su estructura y los días de viaje se pueden apreciar en este índice. Iré actualizando y completando los días con los correspondientes textos y fotos.

Lugares visitados

Los lugares por donde pasé en bicicleta (en orden cronológico) son:
  • En Chile: Puerto Montt, Caleta La Arena, Caleta Puelche, Contao, Hornopirén, Leptepu, Fiordo Largo, Caleta Gonzalo, Santa Bárbara, Chaitén, Villa Santa Lucía, Futaleufú
  • Luego en Agentina: Los Cipreses, Trevelín, Parque Nacional Los Alerces, Cholila, El Hoyo, Epuyén, Lago Puelo, El Bolsón, Bariloche
  • De regreso en Chile: Peulla, Petrohué, Ensenada y Puerto Varas.

Plan de Viaje



Mi plan consistía en pedalear diariamente todo lo que pueda, tratando de llegar al siguiente poblado para intentar alojar en cabaña, hotel o lo que sea que tenga una cama, conseguir una ducha y un plato de comida. Si no alcanzaba a llegar a un poblado, entonces la opción era acampar donde sea y utilizar mis propios abastecimientos de comida y agua.
Sobre el clima: en general el clima en la Carretera Austral es extremadamente lluvioso. Llueve todo el año, pero los meses de enero y febrero son los que registran las menores precipitaciones. El frío es un factor a considerar, en los meses de verano no debiera haber nieve, aunque un amigo me contó que en la cima de la cuesta Queulat estaba nevando cuando el cruzó en bicicleta. Hay que llevar abrigo, las noches son heladas, pero lo más importante es llevar ropa adecuada para pedalear con lluvia. No se puede esperar a que la lluvia pase, pues podrían pasar días o semanas hasta que ello ocurra. Ahora bien, yo fui extremadamente preparado para la lluvia, y excepcionalmente (que quede claro “excepcionalmente”) no llovió un solo día mientras estuve allá. Eso nunca ocurre, así es que no hay que equivocarse, hay que ir preparado para mucha lluvia.
Yo vivo en Santiago (región Metropolitana, Chile), por lo que el primer paso era ver desde dónde partiría mi viaje y acercarme a ese punto. El origen del pedaleo era Puerto Montt (Región de Los lagos, Chile). La Carretera Austral (Ruta 7) tiene su kilómetro cero allí. Para llegar a Puerto Montt se puede ir por tierra en un viaje en bus de unas 12 horas, generalmente nocturnos, con un costo de sobreequipaje de unos 4.000 pesos chilenos por la bicicleta. La otra opción es viajar en avión en un vuelo de una hora y media desde el Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez (Santiago) hasta el aeropuerto El Tepual (a unos 20 km de Puerto Montt). Lo malo de esta alternativa es el riesgo de maltrato al equipaje (la bici) que en muchos casos es fatal.
Una vez en Puerto Montt, muchos ciclistas se embarcan y navegan hasta Chaitén, iniciando el pedaleo desde allí. Esta idea sonaba fuerte en mi cabeza pero finalmente la descarté. Son más de 200 kms de la Carretera Austral que no me quería perder navegando, además, si lo que se quiere es navegar, en el primer tramo de la carretera hay varias partes en que la ruta está interrumpida y se debe cruzar en transbordador.
Teniendo de origen del pedaleo la ciudad de Puerto Montt, como destino tenía dos opciones: una era llegar a Coihaique (Región de Aysén, Chile) donde unos familiares y regresar a Santiago en avión (desde el aeropuerto de Balmaceda); la otra opción era cruzar a Argentina por Futaleufú y pedalear hasta Bariloche (Provincia de Río Negro, Argentina), donde tomaría un bus a Osorno y luego desde allí otro hasta Santiago. Aun así, el viaje se iría puliendo día a día, en función de mi desempeño, de si la bici y la carga aguantarían, los tiempos del viaje, etc.
Traté de pensar en todo y tener todas las contingencias cubiertas. Para cada eventualidad tenía un plan que me mantendría en ruta. La mayor parte del tiempo estaría solo y por ello debía poder solucionar todo sin ayuda. Lo único importante era no abandonar, lo demás era una aventura que se construiría día a día.
Para tranquilidad de mi familia, dejé un mapa que había rayado con el día aproximado en que estaría en cada pueblo. Cuando podía los llamaba por teléfono y les confirmaba donde estaba para que lo ajustaran con el mapa que les dejé. En Argentina, por temas de roaming y evitar llamar, me conectaba a internet por wifi en alguna estación de servicio o restaurante y posteaba algo en facebook.
Para calcular mi avance me base en mis entrenamientos, pero también comencé a salir unas semanas antes a dar vueltas con las alforjas de la bicicleta cargadas de diarios para acostumbrarme al peso y la maniobrabilidad de la bicicleta. En general en mi viaje, considerando una carga de 30 kilos más el peso de la bicicleta, el ritmo promedio era de 10 km por hora en ripio, lo cual se duplicaba en pavimento.

Equipamiento

Bicicleta:
La bicicleta es lejos lo más importante del viaje. En mi caso llevé una mountainbike Mérida TFS 800 Matts. Entre muchas cosas lo destacable para este viaje es que es de aluminio, con suspensión delantera con bloqueo en el manillar, frenos de disco hidráulicos y neumáticos todo terreno de 2.1.
La bicicleta debe estar en excelente estado mecánico, pero no debe ser nueva, hay que probarla un buen rato antes de llevarla al límite.
En general solo los europeos viajan en bicicletas de cicloturismo. Son muy resistentes pues son de fierro y además se pueden soldar en casi cualquier parte, pero son muy pesadas. Además muchos llevan tapabarros y otros accesorios que le agregan peso a la bici. Otra cosa que noté es que muchos no tienen suspensión delantera, lo que creo que es un error, dada la cantidad de ripio y el mal estado del camino. Suspensión trasera no lleva nadie, sólo absorbe y quita energía del pedaleo. Otros llevaban bicicletas con neumáticos lisos, de ruta, pero eso sí que no lo recomiendo, pues aunque hay algunos tramos pavimentados, los tramos de tierra exigen buen agarre y las cuestas requieren mucha tracción.
Los frenos de disco son muy efectivos en mojado, y considerando las velocidades y el peso de la bici es muy importante una buena potencia de freno. Importante es verificar que las pastillas se encuentren en buen estado o llevar repuestos, pues en el camino no hay donde conseguir unas. Un freno V Brake también sirve, pero resbala con el agua, y si la bicicleta no tiene unas buenas llantas se sufrirá si la rueda se descentra. Lo bueno del V Brake es la facilidad de reparación. 
Los pedales eran normales, es decir, sin fijaciones pues la idea era poder pedalear con cualquier calzado. Unas punteras ayudan.
Debido a la enorme cantidad de horas que uno pasa pedaleando, unos cachos ayudan para poner las manos en otra posición. Además son muy cómodos en las largas subidas.

  • Llave allen (juego con todas las medidas más atornillador de cruz y de paleta)
  • Piolas de cambios (llevar de frenos también en el caso de V-Brake)
  • Desmontes de neumático
  • Corta cadena
  • Aceite (uno bueno que aguante condiciones extremas de agua y barro)
  • Llave francesa (una pequeña y liviana, pero de calidad)
  • Cámara anti pinchazo (las llevaba puestas en la bici, son más pesadas pero vale la pena, además cuando se carga la bici con 30 kilos encima, unos gramos más no hacen mucha diferencia)
  • Cámaras de repuesto (llevé 3 y ocupé 2)
  • Parches (no alcancé a ocuparlos, pero siempre hay que llevar)
  • Bombín
  • Ciclocomputador (para mi fue muy importante ir midiendo las distancias, pues en mi planificación registré las distancias entre cada pueblo, y en base a ello sabía si el siguiente estaba cerca o lejos, lo que es vital a la hora de elegir entre continuar pedaleando hasta el siguiente poblado para probar suerte con alojamiento o buscar donde acampar inmediatamente)
  • Rueda extra (Compré un neumático sin alambre, por si alguna vez rajaba neumático. Nunca lo ocupé. Lo llevé pues sabía de un par de casos en la Carretera Austral en que fue necesario. Una alternativa para no llevarlo es coser con un hilo resistente el neumático rajado.)
  • Alforjas (Esto es muy importante, deben ser impermeables y muy resistentes. Las mías son Ortlieb, y son buenísimas, tal vez las mejores del mercado, de hecho, casi todos los ciclistas que me topé llevaban Ortlieb, y los llevaban de otro tipo iban pasando preocupaciones con alforjas que poco a poco comenzaban a romperse. Cualquiera sea la alforja, deben sujetarse firmes y no tener juego.  Importante es también limar en la parrilla cualquier pedazo de metal que pueda producir roce y terminar por romper las alforjas)
  • Parrilla (me compré una de aluminio para 25 kilos, pero recomiendo una de metal, pues es más resistente y si se rompe es más fácil encontrar donde soldar en un pueblo cualquiera. En el caso del aluminio, encontrar alguien que lo suelde es casi imposible).
  • Cobertor lluvia (compré en un supermercado un cobertor de mochilas, el cual lo usaría sobre todo mi equipaje trasero)
  • Luces (muy importante, luz blanca delantera y roja trasera, además de una luz frontal capaz de iluminar la ruta de noche y de bajo consumo. La que yo llevé era una Doite capaz de iluminar con un solo led cerca de 20 mts con total claridad y con 100 horas de duración de las pilas)
  • Pulpos, elásticos (hay que llevar amarras extras, para sujetar las alforjas por si se sacuden mucho, afirmar el saco y otros bultos que uno coloque en la bici)
  • Cadena de seguridad (aunque nunca corrí riesgo de robo, es mejor prevenir)
  • Caramagiolas (llevé 3 de 750 cc y una botella de 1.500 cc)
  • Paño microfibra
  • Alicate de punta
  • Cepillo duro (para limpiar y retirar el barro de la cadena, pata de cambio, etc)

Ropa:
En general llevé pura ropa de tela que ocupe poco espacio, que elimine el sudor y que se seque rápido. Además ropa para protegerme del agua y pedalear con lluvia. Para abrigo en caso de frío llevé un buzo que usaría bajo un pantalón cualquiera, y en la parte del tórax, tenía la opción de usar varias poleras, polerón y una chaqueta.


  • Calzas cortas, largas
  • Short
  • Pantalón de Buzo
  • Pantalón outdoor (de esos que son de tela elasticada, con bolsillos, cómodos para pedalear)
  • Polerón
  • Tricotas, polera dry fit
  • Casco
  • Chaleco reflectante
  • Zapatos gote tex sin caña (importante es pedalear y mantener los pies secos)
  • Pantalón impermeable
  • Chaqueta impermeable (como era la única chaqueta que llevé, me preocupé de que fuese ligera, absolutamente a prueba de agua, y con buena ventilación)
  • Poncho o capa de agua (de esas que valen 2 o 4 mil pesos, que son completamente plásticas y tienen capucha)
  • Corta viento
  • Gorro (llevé un gorro de tela delgada para usarlo bajo el casco, capaz de eliminar el sudor, y que cubría orejas y cuello)
  • Buff, bandana
  • Mangas de ciclismo
  • Guantes cortos, largos
  • Lentes día, noche (cristales polarizados y amarillos)
  • Banano
  • Polainas impermeables (para evitar que el agua entre por la parte superior de las zapatillas)
  • Chalas, bummers (ideal que sirvan para pedalear también)
  • Ropa interior

Botiquín:
La posibilidad de accidente o enfermedad debe contemplarse. Llevé utensilios de primeros auxilios y medicamentos pensando en que en muchos casos no encontraría una farmacia ni hospital en varios días.

  • Paracetamol
  • Antinflamatorio crema
  • Antinflamatorio tabletas
  • Parches curita
  • Alcohol
  • Povidona yodada
  • Algodón
  • Gasa
  • Cinta adhesiva
  • Vendas
  • Viadil
  • Reconstituyente flora intestinal
  • Repelente de mosquitos. Muy importante, no hay riesgo de Malaria, Dengue u otra enfermedad transmitida por insectos, el único riesgo es tener una picadura que tendrá  una inflamación cutánea que pasará luego de unos 3 o 4 días. Considerar:

o   En Chile hay unos bichos voladores llamados Tábanos que en enero están por todos lados, atacan en lotes de 10 o 20 y pican y dejan ronchas rojas que arden, vuelan a velocidades de hasta 20 kms por hora, por lo que en caminos de ripio es casi imposible evadirlos. Vuelan junto a uno todo el rato, son torpes y por eso uno tiende a querer golpearlos con la mano, lo que produjo la caída de más de un ciclista. Aparecen de día y sobre todo si hay sol. Los atrae el color negro.  Son capaces de picar a través de la ropa.
o   En Argentina hay unos bichos voladores pequeños llamados Zancudos, se alimentan de sangre y dejan unas ronchas rojas que se hinchan. Atacan de noche y abundan en lugares húmedos (orillas de lagos, agua estancada, bosques, etc). Son capaces de picar a través de la ropa. Hay que verificar siempre que durante la noche no entre ninguno a la carpa.

  • Talco
  • Mentolatum
  • Tapsin caliente
  • Pinzas
  • Hipoglos
  • Bloqueador solar

Camping

  • Cocinilla (de un solo plato, que se conecta a un balón de gas de 400 grs)
  • Gas 400 grs x3 (usé solo uno)
  • Ollas (set portátil pequeño y liviano)
  • Saco de dormir (llevé uno sintético para -7 °C, lo normal es que en el verano difícilmente hagan temperaturas inferiores a 0 °C, pero preferí asegurarme, sobretodo porque no llevé ninguna frazada. Evitar los de pluma por si se mojan.)
  • Carpa (también es muy importante que sea resistente al agua, ideal superior a 3.000 mm)
  • Colchoneta (llevé una de poliuretano, son muy livianas y aíslan bien el frío y la humedad del suelo)
  • Cuchillo de cazador, o cortapluma.
  • Linterna (frontal, ideal es tener las manos libres al armar o desarmar la carpa de noche, por ejemplo)
  • Brújula, GPS (el GPS nunca lo ocupé)
  • Batería de emergencia (considerando la posibilidad de pasar varios días sin electricidad, llevé una batería extra que se conecta a mi teléfono celular)
  • Cordel (para tender ropa o amarrar lo que sea)
  • Alambre
  • Cinta adhesiva o scotch.
  • Abrazaderas plásticas (muy prácticas, llevé de dos medidas diferentes, permiten amarrar lo que sea y son muy firmes)
  • Pilas AA y AAA (para luces y linterna)
  • Bolsas ziploc (para mantener secos mis documentos, papeles, comida, aparatos electrónicos, etc)
  • Encendedor, fósforos
  • Tijera
  • Agujas de coser
  • Hilo de zapatero (debe ser un hilo resistente)
  • Perros de ropa
  • Tazón de aluminio (para hervir agua directamente sobre la cocinilla)
  • Cuchara, tenedor
  • Abre latas

Alimentación:
Llevé todo deshidratado, ocupa menos espacio y pesa menos. Traté de mantener siempre comida suficiente para unos 4 días sin encontrar un pueblo o lugar donde comprar. En general los lugares donde abastecerse de comida no están a más de un día de pedaleo, los pueblos están a 60 kms en promedio uno de otro, por lo que siempre llevaba comida de sobra. Frutas y verduras compraba en el camino y lo justo para no tener que cargarlas.

  • Isotónicos en polvo
  • Avena
  • Sopas para uno
  • Te, café
  • Leche en polvo
  • Chocolate
  • Charqui
  • Mantecol
  • Snikkers
  • Frutos secos
  • Fideos

El equipaje (comida, ropa, utensilios de camping, herramientas y repuestos) lo cargué y distribuí en pesos iguales en las dos alforjas traseras, pesando 10 kilos cada una. Sobre ellas en la parrilla, puse el saco de dormir y una botella de agua. Adelante, cargué la carpa con la colchoneta adentro

Viernes 11: Santiago - Puerto Montt (1.041 km en bus)



Esta aventura comienza en Santiago de Chile, luego de un año de entrenamiento y dos meses de planificación. Salí en un bus con destino a Puerto Montt. Llevaba conmigo dos alforjas, una carpa y un saco de dormir, todos amarrados para que fuesen un solo bulto, un bolso de mano que en realidad es un banano grande, un banano chico, mi casco, una bolsa con comida para el viaje en el bus, y lo más importante… mi bicicleta perfectamente embalada en una caja para evitar cualquier daño en el transporte y aminorar el tamaño de ella. Por la bicicleta me cobraron 4.000 pesos de sobre-equipaje, aunque en otras ocasiones me habían cobrado 2.000, solo que un viaje mucho más corto (Valparaíso – Santiago). Por lo general en estos casos se hacen los lesos con el boleto por el sobreequipaje. Uno también pude ir de Santiago a Puerto Montt en avión, pero la posibilidad de daño de la bicicleta en el viaje es muy grande. Al viajar en bus, yo mismo intervengo y acomodo la bicicleta de la mejor manera en el maletero.


Sabado 12: Puerto Montt – Hornopirén (100 km)



Llegué a Puerto Montt a eso de las 9 de la mañana. De inmediato todos fueron a retirar su equipaje, pero yo esperé hasta el final para retirar mi bici, las alforjas, el saco y la carpa, mientras ya estaba listo con mi atuendo de ciclista y respondía preguntas de pasajeros curiosos por verme vestido así y con el casco de ciclista puesto, preguntándome hacia donde me dirigía. Al retirar todas mis cosas me aparté hacia el andén. Al lado del muro comencé a desembalar y armar mi bicicleta a toda máquina, como si fuese una carrera. En medio de eso se me acercó un curado a buscar conversación, pero poniéndome choro lo corrí al tiro. Luego de ello monté las alforjas y amarré el saco y la carpa. Cuando ya estaba todo listo boté la caja en unos conteiner de basura que había tras unos buses al otro lado de la loza del terminal. Entonces, inicié mi viaje pedalenado lentamente desde la avenida que recorre la costanera de Puerto Montt. Al poco andar noté problemas en el freno delantero. Estaba muy corto, pero funcionando y pensé que tal vez le entró aire o algo. Lo bueno fue que más tarde con el uso se fue normalizando pero no del todo. Al llegar a la plaza de Puerto Montt me encontré con una pareja de mochileros, habían llegado recién y estaban conociendo. Me preguntaron por el cruce del Canal de Chacao y otras cosas y me contaron que unos flaites (apodo para personas de aspecto y conducta delincuencial) les habían querido quitar su cámara de fotos en cuanto llegaron. Después me puse a pedalear decidido a dejar Puerto Montt, mientras pensaba mil cosas.


Aún me podía arrepentir y tomar un bus a Calbuco u otro pueblo cercano a visitar a amigos y parientes. Aún no podía decirme a mí mismo que me había atrevido a hacer el viaje… debía dejar la ciudad, debía internarme en la Carretera Austral.

La temperatura era baja, inferior a unos 10 °C, estaba parcialmente nublado y soplaba el viento. Hacia la carretera, las nubes estaban bajas y tocaban los cerros, pero hacia el mar estaba despejado y se podía ver el cielo azul. Me interné finalmente en la Carretera Austral, mientras iba tomando un ritmo de pedaleo y mi mente se escapaba pensando en qué me tocaría vivir los próximos días.

Pasado Metri, me encontré con una pareja de ciclistas de Canadá, muy cargados, con carros, pero mi mayor sorpresa fue cuando vi en uno de los carros un niño de unos 5 años. Tremenda aventura la que acababa  de iniciar esta familia. Conversamos un rato, y me invitaron a acompañarlos a comer en la playa. Compartimos unos Mantecol y unos sandwichs. Me contaron que planeaban llegar a Villa O´Higgins, pero su viaje sería lento, de hecho ya estaban pensando que era suficiente andar para ser su primer día, así es que me despedí de ellos y continué mi viaje. Lamentablemente olvidé sus nombres.

Los dejé atrás, y conforme pedaleaba el camino se volvía silencioso y solitario, el miedo y la nasiedad con la que había partido desaparecían de a poco y me sentía cada vez más parte del lugar, mi confianza aumentaba, respiraba profundo y me sentía absolutamente libre. Hasta ese punto mi andar había sido tímido y silencioso, pero mi felicidad ya no se podía esconder. Pedaleaba con una sonrisa enorme, y como todo el mundo que pasaba en auto o gente frente a casas rurales me miraba, comencé a saludarlos a todos. Descubrí que todos quieren interactuar con el ciclista y su locura.

Antes de llegar a Caleta La Arena, recargué una de mis caramagiolas en una caída de agua que salía de una roca cortada a un costado del camino. Este es un punto bien interesante de comentar. En general, en la carretera es común encontrar caídas de agua provenientes de partes altas de los cerros, totalmente pura y cristalina. De hecho, los tramos internados en las partes bajas de los valles son los que tienen menos agua para beber con confianza, pues los cursos de agua van en forma de ríos y en algunos casos hay viviendas cercanas que hacen pensar que pudiese existir alguna contaminación. Recomiendo abstenerse de tomar agua en esos lugares y recargar en caídas de agua, que hay por cientos.

Al llegar a Caleta La Arena tenía la intención de almorzar en un restaurante que me sugirió un colega, cuya especialidad eran las empanadas de mariscos. “Coma rico y viaje contento” decía el letrero, pero mientras me acercaba siento la bocina del transbordador sonar, el cual se aproximaba a tocar tierra. Mis ganas de seguir eran tantas que me salté el restaurante y me embarqué en el transbordador en seguida.

Este tramo por mar es corto, dura cerca de 30 minutos, y hay transbordadores cruzando todo el día cada media hora (creo). Para mi sorpresa, el transbordador que abordé era el Cai Cai. Durante mi infancia crucé muchas veces el Canal de Chacao en esa barcaza y todavía sigue viva. No recuerdo muy bien el costo, pero era algo cercano a los 2000 pesos por cruzar con bicicleta, o creo que ni me cobraron… ya no recuerdo.

En este punto, cruzar el Estuario de Reloncaví hacia Caleta Puelche es una barrera sicológica importante. Llevaba más de 20 km pensando si estaba bien lo que estaba haciendo (de hecho la mayoría de mis amigos y familiares me dijeron que era una locura), pensando si acaso sería capaz, que aun podía parar y volver, etc. Por ello, llegar al otro lado del estuario era una meta inicial importante. Da la sensación de no poder volver, de haber dejado definitivamente Puerto Montt, de haberse atrevido a comenzar el viaje. Sólo desde ese momento sentí que lo había hecho, que me había atrevido y que ahora si la cosa era en serio.

A partir de Caleta Puelche el paisaje cambia mucho. Al desembarcar se van rápidamente todos los autos, el silencio queda y uno se da cuenta de que está solo. La distancia entre zonas pobladas comienza a hacerse cada vez mayor, y la Carretera Austral comienza a mostrarse en su forma más pura. Lo lamentable de todo, es que los trabajos de mejoras y pavimentación de muchos de los tramos de la carretera avanzan cada día, y pronto estará todo pavimentado. Esto será muy bueno para las poblaciones locales, pues mejorará su conectividad, pero para quienes eligen este destino para pedalear, se perderá gran parte de la magia y del carácter indómito y desafiante de la ruta.

Un amigo perro se me acercó y me acompañó por casi 3 km. Hasta que no pudo seguirme el paso y se quedó atrás en una bajada en la que alcancé una velocidad que no podía desperdiciar. Pasé a almorzar a un restaurante en Contao. Eran cerca de las 15:30 horas. Ya no había nubes y el sol brillaba fuerte. Como una hora después reinicié mi camino, ahora quedaban como 50 kms para llegar a Hornopirén.

El sol seguía muy intenso, y a cada rato pasaban autos, buses y camiones que me llenaban de polvo. Es increíble como los vehículos en general no tienen ninguna precaución al pasar por el lado de un ciclista. Deben haber sido unos 30 vehículos en total lo que me pasaron, y solo 5 disminuyeron la velocidad al pasar por mi lado. El polvo no permite respirar bien así es que llevaba un buff puesto en la cara, además había que estar atento pues saltaban piedras que por fortuna siempre fueron a baja altura y solo golpeaban mis ruedas.

Cuando me quedaban como 10 km para llegar a Hornopirén, ya eran casi las 21 horas, y comencé a pensar que debía parar y acampar, pero estaba tan cerca de lograr llegar que opté por continuar, pensando en encontrar un buen lugar donde pasar la noche además de una buena cena. Ante la falta de luz, encendí las luces de la bici y me puse un chaleco reflectante. A mi lado pasaron un par de autos y me gritaron palabras de apoyo: “dale! Falta poco!” y eso me daba más ánimo para continuar.

Finalmente lo logré. Llegué a Hornopirén a las 21:30 hrs, con el último poco de luz. Al llegar, lo primero que hice fue preguntar dónde consigo pasajes para embarcarme en el transbordador hacia Caleta Gonzalo, y me indicaron que frente a la rampa del muelle estaban las oficinas, pero debía ir rápido pues estaban cerrando. Entonces me apuré más de lo que debía, y fue en ese momento que sentí un dolor en la rodilla derecha. Me preocupé, pues una lesión podía arruinar todo el viaje. Llegué a la oficina y la niña que atendía me dijo que volviera mañana, que ya estaba cerrado. Luego de eso, encontré alojamiento en una residencial, y luego de un buen baño fui a cenar a un restaurante cercano.


Domingo 13: Hornopirén – Caleta Gonzalo (5 hr de navegación + 10 km + 1 hr de navegación)



Me levanté una hora antes del desayuno de la residencial. Nadie de los que alojaban estaba en pie. Preparé mis alforjas y comencé a montar todo en la bicicleta. De pronto, se me acercó un muchacho que estaba alojando allí y me dice: “tú eras el de la bicicleta, yo soy el de la moto que pasó por tu lado y te tocó la bocina”. De inmediato lo recordé. Viajaba desde Temuco junto a su pareja. Me hicieron muchas preguntas y conversamos durante el desayuno. Muy simpáticos ambos. Les conté que intentaría embarcarme, ellos en cambio, llegaban hasta Hornopirén y luego de ir a ver zarpar la barcaza regresarían.

Me subí a mi bici y partí en medio de los deseos de buena suerte de todos quienes estaban a esa hora en la residencial y que me conocieron durante el desayuno.

Al llegar a la oficina frente al embarque ya había una fila de personas y una de autos frente al muelle, y todo era un desorden, pues estaban mezclados personas que tenían reserva y personas que no, y como ya estaban subiendo autos, había que preguntar quién tenía reserva, y hacerlos avanzar y todo eso.

Cuando fue mi turno en la oficina, la niña que atendía me dijo que no sabía si había espacio para mí, que le pregunte a un hombre de jokey y radio que estaba en la rampa controlando el embarque. Partí corriendo, lo alcancé y le dije: ”una bicicleta y yo”, lo pensóun instante y me dijo: “mira, no sé, la otra mejor”, refiriéndose a la barcaza que zarpa a las 12:30 (en época de mayor demanda hay dos barcazas diarias: 10:30 y 12:30). Volví corriendo a comprar mi pase para las 12:30 y cuando estaba en la oficina los amigos de la moto me llamaron y me dicen: “te están llamando” mientras me indicaban la barcaza, la cual estaba a punto de salir y al parecer había lugar para mí. Sin pensarlo me monté en mi bici y bajé rápido por la rampa. Allí me encontré con otro ciclista, que venía de Irlanda, llamado Jamie. Viajaba desde hace tiempo, había partido en Santiago pedaleando y su destino era Puerto Natales, donde se juntaría con su esposa que llegaría en avión. Hablaba poco español así es que hablamos casi todo en inglés.

Navegamos hasta las 14:30 y desembarcamos en Leptepu. Desde allí hay 10 km hasta Fiordo Largo, donde uno aborda la siguiente barcaza que llega a Caleta Gonzalo. Al bajar nos contaron de un transporte en furgón para los peatones, incluido en el pasaje. Habitualmente los ciclistas deben hacer esos 10 km pedaleando, pero como solo había un peatón que era una niña de Francia, nos podrían llevar a Jamie y a mí con las bicis. Entonces, mientras esperábamos el transporte, sacamos todas las alforjas y quitamos la rueda delantera de cada bicicleta. Por cierto, algo que no había comentado, es que la barcaza en la que navegamos desde Hornopirén era la Pincoya, otra vieja conocida mía de la infancia en Chiloé. Bueno, volvindo al tema, abordamos el furgón y cargamos las bicis atrás y todas las alforjas en los asientos vacíos.

Avanzamos los 10 kms en solo un rato y nos embarcamos en la siguiente barcaza para un viaje de unos 40 minutos. Esta segunda barcaza era más pequeña, por lo que debía hacer varios viajes para cruzar todos los vehículos que habían. Ya había cruzado un grupo antes, por lo que a nosotros nos tocó esperar mucho rato a que llegaran los primeros vehículos de la barcaza que salía de Hornopirén a las 12:30 hrs.

Zarpamos como a las 17:00 hrs y llegamos a Caleta Gonzalo cerca de las 18:hrs. Jamie me contó que por la cantidad de peso que llevaba (cerca de 60 kilos) avanzaba lento y recorría unos 25 kms diarios, por lo que viendo el mapa calculó que no llegaría al siguiente poblado, así es que buscaría donde acampar y continuaría mañana. Yo pensaba seguir a toda velocidad pero quedaban pocas horas de luz y debía recorrer cerca de 47 kms hasta Santa Bárbara, además, no podía exigirme mucho dado que no quería aumentar la lesión de mi rodilla. Entonces decidí acampar también.

Saliendo de Caleta Gonzalo hay un camping del Parque Pumalín, ubicado unos 100 mts al interior de un bosque luego de cruzar un río por un puente colgante. Allí conocimos a tres amigos que andaban haciendo trekking y eran estudiantes de sociología en Santiago. Nos dijeron que antes de Santa Bárbara había al menos tres camping más en la ruta. Al rato llegó el guarda parque y nos comunicó que habían anunciado 10 días más de sol, lo cual en sus propias palabras era excepcional. Al caer la noche el frío y la humedad se sentían fuerte y el cielo despejado dejaba ver las estrellas… Maravilloso.